CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Trabajar en conjunto para superar los mitos

La Argentina y la Patagonia se caracterizan por su dinamismo. Las relaciones comerciales, vínculos y conflictos entre actores se van uniendo de a poco, como pinceladas dispersas, para componer una misma pintura.


La Argentina y la Patagonia se caracterizan por su dinamismo. Las relaciones comerciales, vínculos y conflictos entre actores se van uniendo de a poco, como pinceladas dispersas, para componer una misma pintura.

“Desde el Instituto Patagónico de Ciencias Sociales y Humanas (IPCSH, CONICET-CENPAT), buscamos romper con esa lógica de estudiar piezas por separado sin considerar las conexiones que existen entre ellas. Por un lado está la historia inmigratoria y, por el otro, la historia indígena; se separan la historia anterior a 1880 y el período posterior; y también están los clásicos parcelamientos del pasado entre la historia económica, la social y la política. Buscamos entender la historia regionalcomo un proceso dinámico donde las partes se conectan”, explican los becarios doctorales del CONICET Matías Chávez y Gastón Olivera, y el becario doctoral de la Agencia Nacional de Promoción de Ciencia y Tecnología (ANPCyT), Marcos Sourrouille.

Si bien sus investigaciones comprenden el estudio de diferentes sujetos sociales, comparten similares criterios metodológicos con conexiones espaciales y temporales: Chávez investiga a losinmigrantes sirio-libaneses que se dedicaron al comercio durante la primera mitad del siglo XX en la línea sur de Río Negro y el norte del Chubut; Sourrouille analiza la relación entre los indígenas y el Estado -en su proceso de formación- en el oeste del Chubut y Olivera estudia los proyectos decolonización de los alemanes en la Patagonia.

“Los tres abordamos diferentes problemáticas de la zona patagónica entre finales del siglo XIX y mediados del XX, con foco en distintas sub-regiones geográficas que terminan superponiéndose o conectándose. Después de hacer un repaso de los diferentes objetos de estudio podemos considerar que, desde un plano local, contribuimos a revisar las historias tradicionales que ofrecieron excesivas generalizaciones y cristalizaron una serie de mitos o simplificaciones sobre Patagonia. En nuestras investigaciones utilizamos herramientas metodológicas parecidas para analizar lo que sería el cruce entre la historia indígena y los proyectos colonizadores que se sucedieron en la región”, comenta Chávez.

Las redes sociales y geográficas que se han tejido y se tejen entre diferentes actores han atravesado no solo fronteras provinciales y nacionales sino algunas que habían establecido los propios científicos.

“Las estancias británicas de la Patagonia, la Colonia Galesa y las movilidades indígenas se estudiaron generalmente por separado. Los primeros acercamientos al archivo muestran que si uno mira un mapa del oeste chubutense, se encuentran uno al lado del otro. Es imposible analizar a cada uno por separado sin establecer conexiones con otras experiencias. ¿De dónde sale gran parte de la mano de obra de las estancias sino de la población indígeno-criolla de la zona? La expansión de laterritorialidad estanciera se disputa con las territorialidades indígeno-criollas. Estas fronteras entre actores que los científicos habíamos establecido artificialmente estaban más conectadas de lo que creíamos”, afirma Sourrouille.

Según Olivera, uno de los aportes de la historiografía patagónica de los últimos años ha sido derribar una serie de mitos. Uno de ellos es el que describía a la Patagonia como un desierto y que todavía opera en algunas narrativas.

“Cuando uno ve en los censos la cantidad de población existente, las relaciones entre actores, la dinámica de redes sociales construidas, esa idea de vacío se destruye por sí misma al igual que la que señala la llegada de los colonos como momento fundacional de la historia patagónica”, señala Olivera.

Los investigadores indican además que es habitual escuchar que la construcción de la estatalidad enChubut se inició en la década 1880 con la derrota de las poblaciones aborígenes tras la guerra tradicionalmente conocida como ‘la conquista del desierto‘.

Está la impresión de que el Estado se formó inmediatamente en dicho momento, a partir de ese hito y en realidad se fue construyendo de forma gradual y se caracterizó por su precariedad durante un largo período, hasta por lo menos 1930. Los actores indígenas que supuestamente habían sido exterminados se mostraron como protagonistas trascendentes con capacidad de resistencia. “Estudiar cómo se construyó y consolidó el Estado en Patagonia, analizando las especificidades de sus pobladores, puede ser uno de nuestros principales aportes como historiadores”, concluyen.

Alejandro Cannizzaro. CCT CENPAT